Somos distintos, sí. Somos ateas y somos creyentes, frentistas,
colorados, blancos e independientes, afrodescendientes, altos, bajas, con
discapacidades, lindas, lindos y elegantes, jóvenes y no tanto, solteras, casados…
y a muchas y muchos NO nos dejan casar…¡todavía!
Somos múltiples en nuestra diversidad, y esa diversidad nos hace bien.
Estamos aquí porque creemos en un mundo mejor, ¡y para eso vinimos a reclamar,
a celebrar y agitar, como todos los años!
¡Vinimos a reclamar porque este fue un año horrible! Tristísimo. Siete
mujeres trans fueron asesinadas desde que empezó el año. Entre la marcha pasada
y esta, faltan siete voces. Y nos duele que sólo una de esas siete muertes se
haya esclarecido. A pesar de nuestras gestiones y manifestaciones, las
autoridades siguen sin investigar estos asesinatos. Y nos duele que muchos
medios de comunicación, con Canal 4 a la cabeza, no respetaran la identidad de
género de estas siete compañeras, incluso en la muerte. ¡No más transfobia!
La población trans es, sin duda, la más golpeada y la más expulsada por
nuestra sociedad. No nos cansamos de exigirlo, cada año: ¡oportunidades
laborales y educativas para la población trans! El Estado debe dar el ejemplo y
aplicar una cuota de puestos para quienes sufrieron la exclusión de sus
familias y del sistema educativo. No podemos esperar más.
Las personas trans no sufrimos de disforia ni de trastornos de identidad
de género simplemente por expresar nuestra identidad.
Esas categorías deben ser
retiradas de los manuales internacionales de diagnóstico. Exigimos el libre
acceso a los tratamientos hormonales y a las cirugías de reasignación de sexo
sin tutelas psiquiátricas, así como la cobertura pública de la atención
sanitaria específica para las personas trans.
Tampoco es admisible que las personas que vivimos con VIH no podamos
acceder a los medicamentos que necesitamos, sin excepciones, o que a los
hombres homosexuales o bisexuales se nos prohíba donar sangre. ¡No existen
grupos de riesgo sino prácticas de riesgo! El Ministerio de Salud Pública debe
ponerle fin a esta flagrante discriminación de una vez por todas.
También debemos recordar que somos el país con menos jóvenes de América,
pero con mayor proporción de jóvenes presos. No podemos borrar las
consecuencias de nuestro sistema consumista y excluyente con una mayor
estigmatización de la juventud. En la crisis del 2002, la mitad de los niños
nacían pobres. Y desde entonces la desigualdad aumentó. ¡En vez de solucionar
el problema, queremos encerrar a los jóvenes!
Y hay que agitar bien fuerte porque en esta marcha faltan mujeres, las
mujeres asesinadas por la violencia de género y las que murieron por
practicarse un aborto de forma insegura. ¿Hasta cuándo tendremos que sufrir
estas muertes?
Es imprescindible pasar de las palabras a los hechos en la ampliación e
implementación real de los derechos de las mujeres, para que no suframos más
violencia en nuestras casas y en nuestras camas, para que cese la invisibilidad
de las lesbianas y de nuestras formas de ser y de amar en todos los ámbitos: en
la familia, en el trabajo y en la calle.
Y hoy, en el día de lucha por el aborto legal en toda América Latina,
reclamamos una vez más, y un año más, que se reconozca el pleno derecho a
decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras vidas, sobre nuestras
maternidades y paternidades
Cada segundo que pasa sin que el aborto sea reconocido como derecho de
la mujer a la salud y a la libertad, nuestro país se coloca del lado de los
fundamentalistas religiosos que imponen su moral.
¡Y es imprescindible una ley de medios que permita el acceso justo y
equitativo, de todos los sectores de la sociedad, a los medios de comunicación!
Los medios deben ser el vehículo para la expresión real de todos los uruguayos
y uruguayas, y no solo de un puñado de poderosos, que lucran mostrando una
faceta parcial y prejuiciosa de nuestra realidad. Queremos un defensor de
audiencias que reciba nuestros reclamos y establezca penas para quienes
discriminen, como pasó cuando Canal 4 (des)informó sobre los asesinatos de
nuestras compañeras trans.
¡Y es urgente una reforma de la política de drogas que termine con la
penalización y el prohibicionismo! ¿Sabían que casi la mitad de los detenidos
por drogas tenía menos de 10 porros? El Parlamento debe aprobar la ley que
despenaliza el autocultivo de marihuana, y regular la distribución. No puede
quedar, otra vez, a medio camino. ¡Y, por favor, que no se hable más de
internaciones compulsivas! Es una visión represiva, policial y obsoleta a nivel
internacional.
También reclamamos por una inmediata reglamentación de la ley de
protección integral a las personas con discapacidades, ¡cuyos derechos siguen
siendo vulnerados insistentemente desde hace décadas!
Pero hoy también vinimos a celebrar. Porque hace 20 años que nos
movilizamos por un país más justo. Y hoy somos quinientas veces más. ¡Una ola
contra el muro del Uruguay conservador! Y el tiempo nos está dando la razón.
Porque tenemos muchos motivos para celebrar.
Por primera vez, el Ministerio de Desarrollo Social incluyó la categoría
“trans” en sus formularios de acceso a beneficios sociales, otorga la tarjeta
alimentaria a las personas trans y está capacitando a más de 300 funcionarios
en temas de diversidad sexual. Ojalá estas buenas prácticas se repliquen en
todos los ministerios y ámbitos del Estado.
Y vinimos a celebrar la reacción en contra de las declaraciones
homófobas de quien iba a ser rectora de la Universidad de Montevideo. Las cosas
cambian y hoy ya no queda lugar en el Uruguay para quienes discriminan. Hay que
agradecerle a Mercedes Rovira la hermosa idea que nos dio para el afiche de la
marcha de este año: ¡el trébol anómalo!
Y celebramos la primera policlínica libre de homofobia, el Centro de
Salud de Ciudad Vieja. Todo el personal–médico, de enfermería, administrativo,
de mantenimiento- fue capacitado para atender a los y las pacientes sin
invisibilizar su orientación sexual o identidad de género. ¡Ojalá que se repita
en todo el país!
Y también celebramos que, 170 años después de la abolición de la
esclavitud, se está discutiendo la primera medida que intenta reparar el
racismo y la discriminación histórica que perpetuó la desigualdad de muchos
uruguayos y uruguayas: el proyecto de ley de acciones afirmativas que apunta a
garantizar los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales
en el ámbito laboral y educativo a los y las afrodescendientes, incorporando
una cuota de 8% de vacantes en las empresas públicas. ¡Que se apruebe esta
justa ley ya!
Festejamos que –¡por fin!- la justicia empieza a estar de nuestro lado:
nos dio la razón en una demanda contra el boliche Tres Perros y también
reconoció el matrimonio de dos hombres, uno de ellos uruguayo, casados en
España. ¡Arriba Fernando Frontán y la abogada Michelle Suárez, los valientes
que se atrevieron a enfrentar a la homofobia con la ley!
Luchar contra la penalización de la pobreza, de la juventud, contra la
desigualdad de oportunidades, a favor de la libertad, nos opone, nos enfrenta,
a un Uruguay conservador, rancio, triste, paranoico y delirante. Un Uruguay
conservador, ¡que se opone a que me pueda casar con quien quiero! ¡Que no nos
deja!
Pero ahora se aproxima una revolución. ¡Una revolución que se llama
matrimonio igualitario! Y vamos a festejar como nos merecemos porque el
Parlamento discutirá pronto y aprobará, con toda seguridad, este proyecto de
ley que reconoce la igualdad de todas y todos!
Y en el futuro, cuando el matrimonio igualitario ya esté instalado en el
Uruguay, la gente recordará con indignación la época en que éramos
discriminados por nuestra orientación sexual o identidad de género. Porque esta
ley también ayudará a que nadie sienta vergüenza de salir a la calle de la mano
o de besarse por ahí. Porque el matrimonio igualitario será una ficha de dominó
más que derribará prejuicios y ayudará a que las futuras generaciones sean
educadas para celebrar la rica diversidad de los seres humanos.
Por todo esto decimos:
DE LAS PALABRAS A LOS HECHOS,
LIBRES E IGUALES EN DIGNIDAD Y DERECHOS
¡Viva la igualdad!
¡Viva el amor!
¡Viva la libertad!
¡Viva la diversidad!